La espalda está torcida
tantos años,
ya no renace el manantial
donde lo dejé la última vez.
El pulso está roto
el chubasco agrieta
a la tierra en su primer sorbo.
Estoy un poco ciego
cada vez más,
mi estómago es una danza
que crece en libertad.
Las rodillas
ya no caminan con fuerza
por el viejo sendero,
llega el alba y es un instante.
Suspiro profundo
no me duele el aire,
parloteo como cuando tenía doce y más.
Mi música no se apaga,
pienso con fuerza
mis costillas son un caballo desbocado
que surca un desierto.
La vida se fue
no soy un tendedero,
sigo de pie
radiante como un firmamento.
Despierto desnudo
aunque estalle la mañana,
y le dé vergüenza
al jardín y sus flores al verme.
Esta mañana es hermosa
existo a tambor batiente,
no tengo insonmio
porque amo el placer
de vivir en otros.
Llegó el colibrí,
todavía lo veo
en una bulliciosa mañana.
El cielo es grandioso
frente a mi ojos,
el gato corre camino al viento.
Ahora,
la cara de la Luna
se ve mejor con un telescopio.
No importa,
las nubes son grandiosas
ante el aire que se bate incesante.
No tengo miedo,
a estas alturas
la noche oscura
es un alivio.
Todos brillamos
ante una sonrisa.
Cierra los ojos
imagina,
soy ese niño que estalla con fulgor.
Que transcurra la memoria
ondulantes fragmentos que amaron.
Sueña con un corazón
que el abismo
no devora al mismo abismo.
Quietud
el amor es inteligente,
yo quiero ir al infinito
y ver las órbitas en su firmamento.
Para eso tengo a la tele,
nebulosas alegres
como el arcoiris.
La espalda está torcida
no importa,
empieza el amor.
Miguel Adame
09/05/2020.
