El testamento

Pronto partiré

no habré visto el ocaso

sobreponerse a tus palabras,

ellas nunca vieron la luz en mis ojos.

Nunca logré que en primavera

recitaras mi nombre,

que mis letras te acariciaran

con todo el amor con el que fueron escritas.

Duele el silencio en el precipicio

cielo turbio que se agita con truenos,

vientos fuertes que gimen en la angustia

de un abandono que no le importa vivir.

Días futuros que tienen fecha caduca

hasta la médula fecunda la misma soledad,

eras indefensa ante el poderoso tren de la vida

nunca fuiste feliz en mi desventura que amanece.

Solo fuiste un corazón ligero

terca y furtiva,

locamente abandonada en los designios

que nunca comprendieron tu vacío.

El duelo es duro sin las oraciones benditas,

imposible es la eternidad

en una fosa que existe derrumbándose

con la tierra que desesperadamente existe.

Naciste en la embriaguez del universo

deseada y amada,

con la infinita ternura que se siente

cuando solo se ama.

Pronto moriré

no sabré si en tus secretos dolientes

había una esperanza que no mintiera,  

que no me odiara

que no aspirara a terminarse el tiempo conmigo.

Siempre te amé a campo abierto

desde que viste la luz

y tus pulmones gritaron

con toda su fuerza.

Eras lucha y serías guerra,

fui un hombre abstraído a las estrellas,  

te amé

te amé con todas mis fuerzas.

Hasta que ya no me quedaron

más lamentos que cargarte

y quebré mi espalda

con esa lápida tan pesada

que quisiste para mí.

Él Mute.

20/05/2019.