Se necesita valor
para ver a los ojos,
escucha atento
antes que el ruido te robe la voz.
Todo cambiará
el sol no será el mismo
esta mañana,
no tengas miedo, pasará.
Mi locura es temporal,
llámame loco
no me importa vivir suspendido
en la fragancia de una poesía
que nunca duerme o reposa.
Intemporal,
melancolía viajera
que en la tarde sombría,
todavía tiembla como si fuera
una sombra triste al amar.
Son mis poesías que te hablan
no saben otra cosa más que amar
como si con eso bastará,
nunca es demasiado tarde para perdonar.
Soberbia,
tiemblas turbulento
dilatando las palabras
con mucho miedo.
Arrogante aguacero
que quiere borrar mis letras
en cada papiro imaginario
que aspira a ser aroma de versos.
Loco,
como una memoria intemporal
que se resiste
a dejarme solo al seguir leyendo.
Mata a la poesía que es maravillosa
me dicen,
si la arranco de raíz
será una estrofa que no sabe amar.
Esa estrofa será una palabra,
como el último suspiro que sigue
antes que se extinga para siempre
ese poema que no pide nada a cambio.
El amor no es de piedra
no tiene secretos que se escondan
en el verso viejo,
nunca una poesía
será un engaño borroso.
Mis cadenas acarician con ternura
a tus manos, no lo puedes evitar,
el viento agita con paciencia
el olor a jazmín de unas flores
tímidas y desaliñadas.
Escucha mis labios que te aman
es el arcoíris,
el naranjo florido se emociona
cada vez que sabe que va a endulzar.
Miguel Adame Vázquez.
06/05/2019.
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