El tiempo ha muerto
se siente su pena,
sombrío asciende tardío
solitario en el vacío de un recuerdo.
Despierta inscrito
en el desamparo,
quimera que vislumbra
su propio letargo.
Confuso en la bruma
descansa en la duda
de un albedrío mortuorio,
el peñasco es enorme desde lo alto.
Abstracto es el abandono
de una desdicha eterna,
visiones que embargan
taciturnas el sueño.
Brisa que disipa el naufragio
de una voz querellante,
reproche que duele
sin un instante.
Felices eran
en la noche aciaga,
de pronto viven
lo que habían callado.
El tiempo ha muerto
se siente su pena,
absurda presencia
que se cree serena.
Él Mute.
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