Tal vez morirás
cómo la hoja de otoño,
aún así viviste con mucha ilusión.
Hubiese querido escribirte
cuando la desgracia
tomó de las tinieblas un trago.
Y las resecas calles
flotaron por el vacío predilecto
de un aroma que termina.
Nosotros no controlamos el viento
es caprichoso,
anida a su antojo en cualquier mentira.
Por eso te fuiste,
cómo las moscas fúnebres
en su último vuelo.
Mañana cuando nazca el sol,
tán sólo serás
un recuerdo diminuto.
Tal vez
te habrás marchado para siempre,
sin la dulzura que florece de día.
Serás un recuerdo permanente
en la deriva de una caricia,
epístola que escribí con amor.
Él Mute.
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