Los mudos
ausentes,
coleccionistas interminables.
Palabras escasas
solitarias,
fúnebres.
Hijos del silencio
hundidos,
acostumbrados.
Anhelo no olvidarme,
nadie extraña
versos gratuitos.
El domingo sabe
a un año que se agota,
silbidos en un teatro vacío.
Memoria a la deriva
son estos tiempos,
vacíos, doliendo en diciembre.
Quien escribe augurios,
vida sin tiempo
el invierno y su hojarasca.
El ataúd del otro,
la poesía es un funeral olvidado
aboliendo el cansancio.
Zumba enero,
es posible
que la conciencia cuente historias.
Tengo miedo
de quedarme con un manojo de violetas,
amor sin mirada de fondo.
.
Lágrimas inmerecidas
que jamás perdimos,
la noche sabe tus sueños.
Suena la noche
es su fragancia
rosa amada, no supe olerte.
El frío se esconde
en una pregunta
sin respuesta.
En una voz
con los labios
partidos.
Con qué palabras
voy a todas partes,
arrullando mi soledad.
Tal vez mañana
no estará nadie,
tal vez estaré yo.
Juntando historias
del abecedario,
amando el sol cada mañana.
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