Pasan las horas
lluvia ausente,
flores de diciembre
que soportan frío.
A quién engaña mi tristeza
no es posible,
lágrimas de un reloj antiguo,
asustado.
El dolor respira
poco a poco la esperanza,
murmullo vivo
que ama sin la distancia.
Somos incapaces
de levantar los ojos
y mirarnos.
No intentes secar mi silencio
se escucha invisible,
siempre secreto.
A veces
todavía duele,
duelen las palabras
de un poema indiferente.
Quiero que emerjas
en el crepúsculo,
sin la adrenalina latente
de un pasado roto.
Quiero ver
tus tatuajes desnudos
moviéndose.
Reparando el escondite
con pétalos de amor,
esos que amanecen
suavizando con su aroma el alba.
Volveré al pasado
repararlo sin prisa,
rompiendo el viento
de un golpe.
Es el olor tibio
del amor propio,
escuchar el ruido
de tus pies descalzos en la nieve.
Brillar en la sequía
aún sin agua,
mirando al horizonte
sin tener que mentir.
Ese es mi testimonio
en la hendidura,
el rincón de los caídos
que emergen sin prisa.
Él Mute.
Muy bello!
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