Somos migajas del tiempo,
pedazos de un deseo,
recuerdos inconclusos
de un amanecer incierto.
Somos sufrimiento,
carencias,
vagabundos de historias,
dolores y pasatiempos.
Somos dudas,
dolor y muerte,
mucha muerte.
Vivimos rozando
la voluntad de otros,
siempre intentando soñar
con el mejor momento.
Somos indiferencia,
un testamento
que no deja nada.
La voluntad
de un lenguaje
desnaturalizado.
Partículas inconformes,
rastros del viento
sembrando esperanzas.
Somos lo que siempre
hemos negado,
a veces más,
muchas veces menos.
Somos el límite
de un cuerpo atrevido,
la maleza de una selva
que se escapa a la mentira.
Somos dudas,
paradojas que se repiten
en un poema
que ama el asombro.
Somos error
y promesas imposibles,
un círculo sordo
que se hace hábito.
También somos
lo suficiente,
un espasmo de asombro.
Somos domésticos
una tarde que vuela,
somos laberinto que teje
un mito en la memoria.
Somos un sentido posible,
ilusión que se borra
con el sentimiento.
También somos solidarios,
un arcoíris entre las hojas,
silencio y un relámpago
que ama el verano.
Somos granizo,
lluvia que escandalosa
que riega a la vida.
También somos
el ronroneo de un gato con frío
escondiéndose entre las cobijas.
Somos lo que pensamos,
volátiles,
amor que nunca se detiene.
Somos rencor
el sueño de un paraíso,
los pájaros
a la orilla del río.
La estrella distante,
el pétalo de la rosa,
la fiesta que todo lo ha visto.
Somos los errores del otro,
las preguntas sin respuesta,
el miedo y los días fértiles.
Somos
el que nunca se despide,
la escasez de la mirada
sin el poema querido.
Somos menos oscuridad
y más luz,
la voz tenue
en un milagro sencillo.
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