Morir cuesta una vida
cada célula,
el universo lo reconoce.
Viviré,
es lo mejor
que sé hacer.
Luciérnaga amorosa
líneas azules palpitando,
volteando el rostro hacia el cielo.
Respuestas,
están dentro de mí
escapando del velatorio de cenizas.
Es otro año
el agua sabe igual que ayer,
quizá un poco más fría.
Matorrales resecos
por la ventisca,
sembraré un tulipán con tanto frío.
Me queda el entusiasmo
la cama ortopédica,
el tequila para el dolor de huesos.
Amanece
no me arrepiento de nada,
mi voz es mía y solo mía.
Abriré los ojos
buscando los cráteres a la luna,
no importa que ya no vea ninguno.
Noches felices
alucinantes,
inconfesables.
Morir cuesta una vida,
vivo intensamente
a cada rato.
Con eso me quedo,
con el frío haciendo vapor
en la ventana.
Con el gato chupando el vidrio,
quiere ver
cómo amanece la aurora enamorada.
Es otro año
más viejo que ayer,
amanece el alba dibujando su amor.
El año que cambió
nuestras vidas.
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